miércoles, 16 de abril de 2008

El caribe mulato, la América Ignorada



"Aquello que queda de nosotros es lo que resta de lo que se ha roto", Pablo Neruda


Esta mañana escuché en un matutino radial que cual sentido tenía dedicarle al Caribe anglófono y francófono la XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008 si prácticamente los dominicanos ignoran la producción literaria y cultural de estas islas. La conductora y una connotada intelectual vasca residente el país concluyeron en que precisamente ese es el propósito de sus organizadores, acercamos a esa maravillosa y variopinta identidad isleña que nos circunda.
Buscando mis papeles encontré copia de un ejemplar de mi ensayo publicado en 1992 sobre el Caribe Mulato, en el cual pretendía enunciar que mientras el efusivo Quinto Centenario se centraba en hacer una mea culpa con los amerindios olvidaba casi por completo a los negros y mulatos fruto de la conquista y la colonización de este continente llamado América. Creo que mi tesis de entonces sigue vigente y tan discutida como el primer día.
Comparto con ustedes algunos fragmentos del documento citado.

Terminada la fiesta. La de la conmemoración. La de los quinientos años. Nos percatamos de que la mirada de uno y del otro muchas veces no coincide. Europa ve a Latinoamérica como el paraíso. Como la tierra que una vez fue suya, y como buena madre quiere continuar amamantándola.
Latinoamérica, Iberoamerica, América Latina, Hispanoamérica como quieran llamarla, es más que el subcontinente que está debajo del Río Grande. Está compuesta pro regiones bien delimitadas: México, Centroamérica, Suramérica y el Caribe.
Muchos han querido abordar definiciones categóricas sobre las subregiones que hemos mencionado arriba. Sin embargo, casi siempre se incurre en errores de apreciaciones valorativas. No obstante, de las disímiles interpretaciones, escogemos la de Rafael Squirru, porque nos sitúa en el interés del presente estudio que es la situación sociocultural del Caribe contemporáneo, analizándola desde su producción artística.
El crítico de arte argentino nos dice lo siguiente: "América Latina puede dividirse en tres áreas principales, aclarando que las mismas responden a una cuestión de acentos y no de aspectos sustantivos, y que en algunas regiones las áreas se mezclan entre sí o se interinfluencian de tal modo que errado sería buscar una precisión geométrica donde hay apenas contornos difusos o compenetrados entre sí".
Hecha la advertencia digamos que esas áreas principales son: la que podemos llamar indolatinoamericana por el acento indigenista y que a grosso modo comprende el área cordillerana, desde México hasta Tierra de Fuego; el área afrolatinoamerica, que se centra el Caribe y una parte de Brasil; y finalmente el área eurolatinoamericana donde el acento está puesto en el aspecto europeo de sus realizaciones culturales y que tiene sus principales asientos en Suramérica al estilo de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, San Pablo, Santiago, Montevideo, Bogotá y otra mas"
De estas áreas culturales, dos fueron festejadas con motivo de las conmemoraciones del Quinto Centenario, éstas fueron la indolatinoamericana y la eurolatinoamericana. La otra, la afrolatinoamericana, que nosotros llamaremos América Mulata, fue ignorada.
Empero, América Latina también es el Caribe, centro de la América Mulata, cuya área geográfica es la Cuenca del Caribe, llamada también Arco Mágico. En torno a este Arco Mágico se dieron los primeros contactos entre los pobladores autóctonos y los conquistadores.
Frutos de estos choques y otros que le sucedieron a lo largo de quinientos años, la zona se convirtió en una de las áreas culturales mas complejas del mundo, caracterizada por su proceso de balcanización multiétnica, su arraigado sincretismo religioso y su interés geopolítico para las grandes potencias, cualesquiera fuera la época: conquista, colonia, independencia y contemporáneamente dentro de un sistema neocolonial.
Este abultado proceso histórico ha hecho del Caribe y sus gentes, el receptáculo para lo que, historiadores, sociólogos e intelectuales han querido llamar, el realismo mágico caribeño. Realismo mágico de Miguel Angel Asturias, lo real maravilloso de Alejo Carpentier, no son inventivas intelectuales; son a nuestro parecer, consecuencia del quehacer histórico caribeño, donde todo lo acontecido en nuestro lar habría que verlo desde un prisma figurado, para referirnos a una realidad imaginativa o soñada, distinta a la realidad de la vida cotidiana.
Este movimiento artístico -al que no pudo escaparse la mayoría de nuestros creadores -plantea un arte de contenido ideológico de denuncia, descriptivo de las lacras morales y sociales de pequeñas naciones-estados, destacando en su temática las más duras críticas contra las clases dominantes y la presentación de las degradaciones y sufrimientos del pueblo.
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Todos estos factores históricos se presentan de forma violenta y accidentada, porque pese a que nuestra realidad social no ha parado de evolucionar, ha sido apenas en los últimos cuarenta años cuando el análisis sociológico ha alcanzado resultados objetivos. Dentro de ese análisis debemos destacar el papel del arte en la autoafirmación del hombre caribeño. Tanto desde la producción de la obra artística, como de las posibles interpretaciones críticas de las mismas, sin desligar éstas del contexto social.
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Si el elemento negro, unido a la temprana desaparición del indígena, sirve como denominador común, el pasado y el presente colonial o neocolonial han actuado como factor paradójico de unión y dispersión: unión en la medida en que todos los países han pasado por la experiencia colonial y desunión, debido a la existencia de diversas metrópolis que disputaron su hegemonía.
Las relaciones complejas que se establecen el Caribe se evidencian en las barreras lingüísticas, sobre todo en las manifestaciones como la música (merengue, salsa, cumbia, calipso, son, plena, guaracha), la literatura (Derek Walcott, Nicolás Guillén, Gabriel García Márquez, Juan Bosch, Alejo Carpentier), la pintura (Wilfredo Lam, Héctor Hippolite, Jean-Michel Basquiat).
El tema del negro desemboca en un descubrimiento de la "negritud" y en la identificación con la miseria y la dependencia, de la que somos objetos. El cuestionamiento no es sólo cultural, sino también político y social.


Las personas que desconocen la vida caribeña podrían pensar que la presencia norteamericana en la zona y fruto de ello, la diáspora, han paralizado las expresiones culturales nacionales. En buena medida la afirmación de la identidad regional o en las particularidades nacionales es una constante. El que lo contradiga que le pregunte a Junot Díaz.