viernes, 30 de septiembre de 2011

Educar para que


Hay temas aparentemente trillados, tan manoseados que abundar sobre ellos pudiera parecer un desatino. Eso, si usted entiende que el tema está agotado y gastado y que no tiene de donde sostenerse. El tema es la Educación.
Hablar de educación en República Dominicana es hablar de un tema incómodo. Quien escribe lo sufre en sangre propia, porque muchas veces se ha visto desprotegida y desamparada de un sistema estructurado que le brinde a su hija una formación académica y funcional viable y confiable dadas sus condiciones especiales de aprendizaje. Ante este desasosiego recurre a soluciones individuales con un alto costo y sacrificio porque no hay política de Estado que provea asistencia especializada a niños y niñas especiales.
Pero este espacio no es para hablar de mi asuntos personales per se, sino que partiendo de estas vivencias reflexionar sobre cómo uno u otro asunto, y en este caso la educación, afecta la vida de todos y todas.
Los gobiernos tradicionales, que se definen como democráticos, se han sucedido en los ultimos 40 años en nuestro país sin hacer un ejercicio profundo de las políticas sociales en materia de educación. El problema va mas allá de la infraestructura, sistematización administrativa, gestión docente, modelo de intervención pedagógica, descentralización, desconcentración, currículo, transversalidad de los saberes ciudadanos y cuanta medida se hayan implementado, ejecutado y establecido.
A la educación además de todo lo anterior le falta fundamento, le falta sustancialidad, le falta algo vital que es la autodeterminacion, la creación de un modelo propiamente dominicano, que los criterios universales de lo cognitivo y formativo sea importante, pero que se fundamente en el ente social dominicano, hasta que dejemos de importar modelos no haremos conciencia de qué es lo que realmente nos falta. Es tiempo ya de que nos preguntemos y respondamos a la siguiente cuestión: Educar para que y para quienes. Si no respondemos a esto con principios propios de nuestra identidad cultural y nuestro quehacer social nunca sabremos distinguirnos del resto con voz propia. Educarnos nos viabiliza un futuro, porque tendremos conciencia y sabremos enfrentar las adversidades de un mundo cada vez mas incierto. No es vaticinando un panorama gris, es avisorar un tiempo de todas y todos donde la ignorancia no sea madre de la inequidad social.
Las y los ciudadanos debemos movilizarnos de una vez por todas, de una manera sostenida y sin desmayos para exigir no solo que el 4% del Presupuesto de la Nación sea destinado a la Educaci{on, sino que debemos estar concientes que la Educación como derecho es pública y está amparada asi en nuestra Constitución.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Orden social versus orden policial

La seguridad ciudadana es un asunto de interés común, de la persona que resguarda su familia con un aparatoso sistema de alarma monitoreada, del buhonero que teme por su vida ante la delincuencia ratera, y el empresario que entiende que sin un guachiman no tiene seguro su patrimonio mercantil o financiero.
Ante esta situación de incertidumbre social el Estado y el cuerpo del orden organizado, es decir, la Policía Nacional estan alarmados de lo que sucede en nuestra nación, lo que sorprende a muchos, porque se entiende que ellos estan para administrar y gestionar la cosa pública, para evitar o paliar los males, antes de qeu se conviertan en una pandemia social.
Hay posiciones extremas desde los que plantean ser implacables con cualquier tipo de delincuencia, los que se les van horas y sesos procurando desentrañar sus orígenes y, aquellos los que pensamos que lo que sería práctico es redoblar los esfuerzos de cuerpos del orden en las calles, los barrios, porque el delincuente aunque temerario se lo piensa dos veces cuando ve patrullando a los uniformados.
Este interés se violenta cuando algunos de los sujetos del orden público se constituyen en supra vigilantes de la ley, y cometen excesos, muchas veces terminan corronpiéndose.
Se torna un tanto confuso para las y los ciudadanos, la frecuencia con que estan ocurriendo los hechos delictivos ya que está impidiendo ver con claridad cuándo el policía es abusivo o está imponiendo el orden.
La gente está desesperada y cuando ven a un policía, ven llegar una especie de héroe citadino.
Esta situación es peligrosa porque ante la necesidad imperiosa de mantener el orden pueden formarse alguna especie de movimiento o élite dentro de la misma que saquen lo más atávico de su ser, pasando de ser lo represiva que es a abusiva.
Debemos mirarnos en un espejo muy cercano. En Puerto Rico, nuestro vecino país, está en el tapete el informe elaborado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos en el que acusan a los policias federales de Puerto Rico en reprimir, abusar e instigar a sus propios nacionales pero marcando el chucho o el látigo aun más a los inmigrantes dominicanos residentes allí. El mismo gobernador ha reconocido que el mal es ominoso y que es discrimiatorio porque se ensaña contra los nacionales dominicanos, prodigándole un trato vejatorio y prejuicioso a personas inmigrantes que trabajan honradamente en esa tierra que le dio abrigo. Ellos son la mayoria, lo que no hace que un grupo de inescrupulosos dominicanos que dilinquen sean tomandos como lo absoluto por los policias puertorriqueños y éstos averguencen y maltraten a todos sin distinción.
La Policía es por naturaleza, la entidad llamada a instaurar, resguardar y restablecer el orden social. En nuestro país la seguridad ciudadana es tema capital en estos días donde abundan seminarios, foros, debates conducidos por notables personalidades y representantes de la Sociedad Civil.
El Presidente de la República, doctor Leonel Fernández, quien ha encabezado algunos de ellos, como representante de todos los dominicanas y las dominicanas, debería asesorarse del Gobernador de Puerto Rico y partiendo de las recomendaciones y conclusiones del Informe en cuestión, tomar las mejores prácticas y, a la vez que resuelve el problema de la delincuencia y la violencia ciudadana se ocupe en que la policía no se obstruya a si misma y se enfoque en preservar el orden social no a causar terror social.