jueves, 19 de abril de 2012

Mordiendo el polvo en cualquier esquina de mayo, hechos no palabras

Cuando la vida te da duro está poniendo a prueba tu capacidad de resilencia , si ese golpe se repite cada cuatro años en medio de un bullicioso carnaval de colores partidistas y partidarios casi te certifica como posible candidato a vivir en el Tibet, por tu don de paciencia y tolerancia.
Si no lo cree, pregúntele a un puñado de dominicanos de a pie que tiene que aguantar hasta el hartazgo el bandereo, las tumbadoras, el quítate tu pa ponerme yo cada cuatro años y todo sigue igual después de mayo.
Balanceándonos en la cuerda floja es lo que estamos practicamente haciendo todos los dominicanos, en medio de una situación hostil que nos ha enseñado a ser mas prudentes pero tambien menos tolerantes. El caravaneo politiquero del patio nos ha dado algunas mañas, ya andamos por la sombrita, averiguamos por donde podria sorprendernos un caravaneo y evitamos esas esquinas, reprogramamos, cuando podemos, nuestros compromisos con tal de no encontrarnos en esa jungla de colores primarios y secundarios, valga un reconocimiento a los tránsfugas y oportunistas, quienes son los mas vocingleros en el mitin o congregación de turno.
No se ustedes, pero a mi me parece, que la gente no está en la cosa de seguir la francachela de un absurdo bandereo que lo único que provoca es hastío y rabia en medio de los insoportables tapones y bocinazos que se agolpan encima de tu pobre oído.
Los políticos del patio, si fueran mas inteligentes, dedicaran mas tiempo a encuentros con mas sentido con sus posibles votantes, incluso con sus correlegionarios, porque hasta ellos se desesperan cuando ven que es mas de lo mismo.
¿Cuánto hemos avanzado como ciudadanos? Muy poco, creo, el civismo es un asunto pendiente entre nosotros los dominicanos.
Mi voto ni el de la mayoria de los ciudadanos dominicanos no se conseguira a golpe de ruido y bomba, mas bien la entereza del que va a pie o a medias, no se mide por la aspereza o lo bravucon que puede ser un abanderado en medio de la calle quien casi me exige que coloque un puñadito de flequillo en mi carro para distinguirme de otros colores, eso es puro jolgorio. Bien pudiera manifestar mi simpatia por mi candidato ante la observacion serena de la tranquilidad de su ser y su hacer, en su quehacer, en su palabra. El resto es abuso de mi tiempo y de mi paciencia en medio del bullicio citadino.
Como decia San Ignacio de Loyola el amor se puede poner mas en las obras que en las palabras, por eso espero que mi candidato entienda esto y humildemente baje el volumen de la tumbadora y deje de mandar a hacer tapones en las calles y me deje vivir en paz hasta que llegue mayo.