domingo, 18 de septiembre de 2011

Orden social versus orden policial

La seguridad ciudadana es un asunto de interés común, de la persona que resguarda su familia con un aparatoso sistema de alarma monitoreada, del buhonero que teme por su vida ante la delincuencia ratera, y el empresario que entiende que sin un guachiman no tiene seguro su patrimonio mercantil o financiero.
Ante esta situación de incertidumbre social el Estado y el cuerpo del orden organizado, es decir, la Policía Nacional estan alarmados de lo que sucede en nuestra nación, lo que sorprende a muchos, porque se entiende que ellos estan para administrar y gestionar la cosa pública, para evitar o paliar los males, antes de qeu se conviertan en una pandemia social.
Hay posiciones extremas desde los que plantean ser implacables con cualquier tipo de delincuencia, los que se les van horas y sesos procurando desentrañar sus orígenes y, aquellos los que pensamos que lo que sería práctico es redoblar los esfuerzos de cuerpos del orden en las calles, los barrios, porque el delincuente aunque temerario se lo piensa dos veces cuando ve patrullando a los uniformados.
Este interés se violenta cuando algunos de los sujetos del orden público se constituyen en supra vigilantes de la ley, y cometen excesos, muchas veces terminan corronpiéndose.
Se torna un tanto confuso para las y los ciudadanos, la frecuencia con que estan ocurriendo los hechos delictivos ya que está impidiendo ver con claridad cuándo el policía es abusivo o está imponiendo el orden.
La gente está desesperada y cuando ven a un policía, ven llegar una especie de héroe citadino.
Esta situación es peligrosa porque ante la necesidad imperiosa de mantener el orden pueden formarse alguna especie de movimiento o élite dentro de la misma que saquen lo más atávico de su ser, pasando de ser lo represiva que es a abusiva.
Debemos mirarnos en un espejo muy cercano. En Puerto Rico, nuestro vecino país, está en el tapete el informe elaborado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos en el que acusan a los policias federales de Puerto Rico en reprimir, abusar e instigar a sus propios nacionales pero marcando el chucho o el látigo aun más a los inmigrantes dominicanos residentes allí. El mismo gobernador ha reconocido que el mal es ominoso y que es discrimiatorio porque se ensaña contra los nacionales dominicanos, prodigándole un trato vejatorio y prejuicioso a personas inmigrantes que trabajan honradamente en esa tierra que le dio abrigo. Ellos son la mayoria, lo que no hace que un grupo de inescrupulosos dominicanos que dilinquen sean tomandos como lo absoluto por los policias puertorriqueños y éstos averguencen y maltraten a todos sin distinción.
La Policía es por naturaleza, la entidad llamada a instaurar, resguardar y restablecer el orden social. En nuestro país la seguridad ciudadana es tema capital en estos días donde abundan seminarios, foros, debates conducidos por notables personalidades y representantes de la Sociedad Civil.
El Presidente de la República, doctor Leonel Fernández, quien ha encabezado algunos de ellos, como representante de todos los dominicanas y las dominicanas, debería asesorarse del Gobernador de Puerto Rico y partiendo de las recomendaciones y conclusiones del Informe en cuestión, tomar las mejores prácticas y, a la vez que resuelve el problema de la delincuencia y la violencia ciudadana se ocupe en que la policía no se obstruya a si misma y se enfoque en preservar el orden social no a causar terror social.