miércoles, 27 de febrero de 2008

El paseo de Leonel en nuestro Metro




A lo hecho pecho, dice un dicho muy popular.

El Metro de Santo Domingo, hasta hoy fue de Leonel Fernández y de Diandino Peña de manera exclusiva. Desde la 12:40 del mediodía de este 27 de febrero es de todos los dominicanos y las dominicanas, en el preciso instante cuando nuestro Presidente inició su anhelado recorrido operándolo desde la Estación del Congreso Nacional en la Feria hasta Villa Mella, 14 kilómetros, de progreso, palabras del estadista.
Si por la estructura es, progreso tenemos, el asunto es que como costó mucho, debemos reclamar nuestro derecho ciudadano a compartir los más de 40 mil millones de pesos, que según datos ofrecidos por su adversario político, el candidato perredista Miguel Vargas Maldonado, se han invertido en esa megaobra.
Ese dato no lo puede confirmar nadie que no sea el mismo Diandino Peña, el hacedor de dicha obra, pero eso es lo que menos nos preocupa, lo que debe afanarnos es que el que hizo la obra pueda garantizar su sostenibilidad, y quienes continuen gobernando el país después del 16 de agosto mantengan la administración del Metro como un principio mínimo de gobernabilidad.
Los dominicanos y las dominicanas estamos hasta la coronilla con los políticos que se van de bruces discutiendo quien o cual lo hizo más o menos peor. Ninguno se enfoca en apreciar lo bueno o rescatable que hizo uno por la continuidad del Estado y apenas se sientan en la silla desbaratan todo y vuelven a inventar la rueda y el gasto público, bien gracias.
El Estado no es patrimonio de unos, a un estadista le toca ocupar por un tiempo ese espacio para representarnos, a Leonel le ha tocado hacer su obra de gobierno y además su sueño de un Nueva York chiquito, el orden de prioridad no cuenta, sino lo que está a ojos vista.
Entonces, somos nosotros quienes debemos hacer valer nuestros derechos, exigiendo que la megaobra, la del Metro que es la que mas roncha nos causa, sea de beneficio para todos aquellos quienes verdaderamente lo utilicen y les facilite la vida.
Si no actuamos y nos quedamos rumiando, las exigencias se quedaran en reclamos sordos, en voces como las de Pedro que cuando aparece el Lobo, ya nadie le hace caso porque se cansó de vociferar que venía la fiera sin tomar ninguna medida paliativa, que no fuera el lamento.
A mi me queda el Metro a menos de 10 metros de distancia, viviré junto a el y me haré su usuaria cuando sea necesario, porque es mio, es de toda Dominicana, tanto como lo es de Diandino, Leonel, los villamelleros o los billeteros de la Feria. A cuidar el Metro porque nos ha costado mucho.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El arte de hacer imperecederas nuestras vivencias



Que es la vida sino más que la suma de trozos, fragmentos y lugares comunes.


Cuantas veces quisiéramos congelar en el tiempo, algún instante especial de nuestra existencia y recurrir allí cuantas veces se nos antoje. Para ello tenemos nuestros álbumes de recuerdos. Ahora con los ipod y las pc registramos allí nuestros recuerdos en formato digital y electrónico. Pero nunca podrá sustituir al clásico álbum que podemos tocar, manipular, y mas si va con recortes de nuestros pasajes.
Scrapbook es una palabra anglosajona que designa el arte de hacer un álbum con trocitos, pero no son trocitos cualquiera, son restos, indicios, papel usado, envolturas, que adornan las fotos de nuestros pasajes de vida e incluyen los seres que mas significado tienen en ella.
Scrap deriva de los pedazos de papel colorido que es pegado en los álbumes, un entretenimiento que tiene su origen en el hecho que algunas personas deseaban registrar sus memorias de manera especial, agregándole particularidades que lo personalizaban aun más.
Toda esta historia viene a cuento porque aunque conocía de esta afición de muchos, e incluso desde lejos me llamaba poderosamente la atención, no fue hasta el sábado recién pasado cuando me vi ante la tentacion de iniciarme en el scrapbooking.
Fui invitada junto a un grupo de damas y damitas a un babyshower de una vecina muy apreciada y fue un descubrimiento saber que con tantos recursos podemos hacer imperecederas nuestras vivencias. Tomando como base las fotografías personales nos auxiliamos de papel, tijeras dentadas, perforadoras, pegatinas y hasta gomas, formas o motivos, tampones decorativos, lazos, remaches, botones y hasta cosas tan personales como las envolturas de una menta, la contraseña de un ticket, la entrada a un parque de diversiones, la factura de una compra, la imaginación no tiene límites.
No tenia ni idea que este entretenimiento tenía adeptos tan particulares como Mark Twain, Thomas Jefferson, entre otros. Este hecho me ha dado que pensar, un arte que popularmente es asociado a la rama femenina tiene en los hombres sus mejores documentalistas que han sacado provecho de registrar sus recuerdos.
Eso si, las que se llevan las palmas cuando de elegancia y presentación se trata son las mujeres, quienes se las saben todas, es que guardamos tantas cosillas que para otros no son importantes.
A los seguidores de este hobbie se les llama "scrapbookers", y como toda afición les une la ambición de superarse a si mismo y aprender de las iniciativas de los demás, realizando bazares, ferias, competencias, concursos, un sinnúmero de actividades de aprendizaje.
Lo particular que tiene este arte es que aun siendo las fotografías personales algo tan intimo y privado, se atesora aun más y se les llena de artilugios que las hacen aun más particulares ante nuestros propios ojos y de los demás.
Aunque vayamos de tiendas para adquirir los aditamentos especiales, una conserva en casa las fotos y los recuerdos paralelos al hecho registrado y congelado en la foto, casi siempre en una vieja caja de zapatos. En ese preciso momento en que abrimos dicha caja, esta se convierte en una caja de Pandora y salen de allí recuerdos, momentos y emociones únicas. En ese instante el álbum de recortes o scrapbook toma forma en nuestra mente. El resto es cuestión de darle rienda suelta a nuestra imaginación.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Vivir en democracia




Para entender la democracia, debemos aprender a vivirla


La tolerancia y la igualdad de oportunidades son los principios fundamentales de vivir en democracia.
El enfoque que le demos a nuestra propia vida partiendo de estos principios determina grandemente como nos comportamos en sociedad, como adoptamos posturas y modos de obrar consigo mismo y los demás.
Solo hay que salir un momento a la calle para saber como enfrentamos el diario vivir, casi siempre de forma reactiva. Nos dejamos provocar por las circunstancias que están allá fuera. Que hoy fue el nivel bajo del discurso político de campaña electoral o que mañana nos enteramos las normas de los grupos de presión se imponen sobre las normas jurídicas, sino pregunte por el control que tiene un sindicato de chóferes en el transporte público.
¿Cómo podemos asumir el significado de la tolerancia y de la igualdad como propios, cuando somos tiranos hasta de nosotros mismos? No nos detenemos a pensar, a reflexionar sobre el porqué tomamos actitudes de enfrentamiento en vez de resolutivas o negociadoras. Tan sencillo como que siempre queremos tener el control.
¿Cómo podemos enseñarles estos principios a los estudiantes en las escuelas y en nuestros propios hogares cuando vivimos bombardeados de informaciones de conflictos socioculturales, individuales y grupales, que contrariamente plantean situaciones de intolerancia?
Cuando una conoce su propia historia sabe como responde a los hechos y si tiene una identidad constituida o en proceso de construcción, se reconoce como capaz de mejorar su entorno. De igual forma ocurre con la historia.
Sin irnos muy lejos, conociendo un poco de la historia patria y la trascendencia de sus hechos, podremos comprender, en la medida del empeño puesto, el porqué de nuestro modo de ser y cómo nos percibimos a nosotros mismos para “aprender a ser tolerantes”.
Con nuestros hechos promocionamos los valores de que estamos hechos, aun cuando dentro del programa oficial de educación básica dominicana la asignatura de Moral y Cívica ha pasado a ser un simple relleno, enarbolemos cada día una meta personal, contribuir con nuestro propio quehacer la construcción de una Patria como la soñó nuestro fundador Juan Pablo Duarte, en la medida de lo justo se puede conseguir lo deseable para todos.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Aprendizaje para la vida, despertando el ser


Educar para ser sabios


Educar designa el proceso de formación de una persona. En él entran en juego amor, enseñanza, exhortación, promesa, corrección, premios y hasta castigos. En el plano humano, educar corresponde, sobre todo, a los padres, quienes tienen la responsabilidad como grupo primario de transmitir a sus hijos enseñanza formal, aprendizaje para la vida y sabiduría.
La gran mayoría de los padres no sabe buscar un equilibrio entre estas tres premisas de la vida, se sacrifican para que sus vástagos sigan sus estudios. Si continuamos concibiendo la educación como un conjunto de habilidades e información, restando importancia a la imaginación y a los sentimientos, y qué no decir del cultivo del espíritu, nos quedaremos sin utopías.
La espiritualidad exige atención, concentración, regularidad y devoción. ¿Somos capaces como padres de transmitir esta cotidianidad para que seamos, de este modo, sus primeros modelos de comportamiento?
“Enseñanza, enseñar”, con estos vocablos el Antiguo Testamento designa la transmisión de conocimientos o habilidades de cualquier clase, pero sobre todo, designa la instrucción en la ciencia de las cosas divinas.
“En este sentido, enseñanza y sabiduría son conceptos afines. Dios es el maestro por excelencia y su enseñanza toma definitivamente cuerpo en Jesús, el Maestro, que enseña en todas partes sin descanso y con una autoridad hasta entonces desconocida. Jesús transmite a los apóstoles esta capacidad de enseñar auténticamente. El Padre como fuente y el Espíritu Santo como fuerza y luz son la garantía de esa enseñanza” (La Biblia Online).
Así como es la Biblia para los cristianos, lo es el Talmud para los judíos, el Corán para los islámicos, libros de sabiduría y dogmatismo.
Estudiar, ya fueran libros didácticos o dogmáticos, requiere de una orientación, por lo que los docentes están obligados junto a los padres a ayudar a los estudiantes a pensar, no solo a asimilar conocimientos y normativas. El ser humano para ser sabio debe aprender a discernir, y es la escuela un espacio idóneo para trascender al mero conocimiento.
Dice Fernando Savater, si tu le dices a un joven de quince años que le vas a hablar de filosofía seguro que saldrá corriendo, pero si le dices que le hablaras de la muerte, de la sociedad, de la libertad, la cosa cambia.
Es un acto de valentía que los formadores –padres y maestros- sean hábiles al hablarles a los chicos con la verdad, para que a través de la misma trascienda el conocimiento y con ello, éstos se pregunten, se cuestionen y sean capaces de dar respuestas y no permanecer en la ignorancia del ser y continuar en un mundo que cada vez se ocupa más de tener.