miércoles, 5 de marzo de 2008

Contra la pared

 
Posted by Picasa


Es fácil discriminar cuando has sido discriminado, lo difícil es romper el círculo


Las paredes son espacios ciudadanos aparentemente inertes. Eso cree mucha gente, yo soy una de las que no me creo ese cuento. En ellas se expresan almas ansiosas y seres que desean reivindicar causas de colectivos.
En las inmediaciones de mi hogar en los años que llevo residiendo allí, he visto expresiones de todo tipo en las paredes de mi barrio.
La más reciente fue una que denotaba mucha rabia, “Fuera los haitianos”. Me impresionó dicha expresión porque dice mucho con pocas palabras, y resume un sentir de muchos paisanos míos que entienden que ellos, los nacionales haitianos son los culpables de muchos de nuestros males. Debo citar que esta frase vino a ser por la determinación del gobierno haitiano de prohibir la importación de pollos desde Dominicana el pasado mes de febrero porque se habia detectado un brote de gripe aviar.
No soy quien para explicar causas históricas de nuestro devenir como nación y mucho menos del vecino pueblo haitiano. Ni las causas ni los efectos son determinantes sino el como nos hemos comportado en los momentos de oprobio entre las dos naciones. Vivimos de espalda a ellos, pero cuando se trata de hablar de aspectos sociológicos, culturales y étnicos, los rechazamos y nos vamos de boca hablando y tratando de explicarnos a nosotros mismos el enredo social dominico-haitiano.
Nuestra economía informal y la de los grandes comercios se sustentan por los negocios que se establecen con los nacionales del empobrecido vecino país. Solo pregúntese que sería de las constructoras sin los picadores haitianos y de las señoras que trabajamos de sol a sol en oficinas sin tener en casa una afable haitiana que nos prepara los alimentos, cuida de nuestros hijos y mantiene el hogar en orden.
Lo que si digo como ciudadana, es que pretendo ser justa con mi hermana haitiana que viene diariamente de Villa Mella a cuidar de mi y de mi hija. Eso lo agradezco, no me importa cual sea su religión, cultura ni mucho menos sus costumbres siempre que sea respetuosa con mi entorno y ella lo es. Así lo han sido también las otras haitianas que dignamente han trabajado como asistentes en mi casa. Las aprecio y las valoro como cualquiera dominicana que hubiera ocupado su lugar, que también lo hicieron en su momento, y lo volverían a ser cuando se de la ocasión.
No soy ni pro ni contra haitianos, tomar posición me limitaría como ciudadana del mundo, porque me ha tocado vivir fuera de mi país en dos oportunidades, una como estudiante y otra como profesional y en ambos países donde residí temporalmente hay comunidades bastante representativas de dominicanos y estos son discriminados y rechazados, aun cuando son fajadores y muy disciplinados en sus oficios, desde la trabajadora sexual, la empleada domestica y el chico que trabaja como conductor o albañil.
La misma historia del inmigrante donde quiera que esté: trabajo, disciplina y afán para superar la pobreza. La historia no es de Haití, sino de toda Latinoamérica, de la que forma pare Dominicana.
Retomando la frase “Fuera los haitianos”, esta fue inmediatamente borrada por un grupo que se hace llamar Justicia Global.
En este momento se acabó el espacio para continuar hablando de su causa, la cual desconozco, pero hoy les dejo con las flores que sus integrantes dejaron sobre las paredes donde estaban dicho letreros. Con pintura borraron la rabia y le ofrecen flores. Si así de sencillo rompieran el circulo otras instancias, la historia sería otra hace rato.